dimarts, 7 d’agost del 2018

EL HOMBRE ÍNTEGRO

Acodado en la barra del bar, observo al parroquiano que fantasea, y callo. Sabe él que no formo parte de su fantasmagoría, pero le da igual. "La verdad y la mentira son ajenas a nuestra voluntad", no dice aunque lo da a antender. Lo vuelvo a mirar; pongo atención a lo que inventa: sí, reconozco su fantasía, sus argumentos antiguos, su seguridad de atalaya serrana y solitaria. En el bar somos más, sobre todo cuando estamos solos. Cuando me cansa, dejo de escucharlo, pero sigo oyéndolo. No le espanta la soledad, sino la melancolía de que no puede desasirse. "Bebe", le recomienda al camarero, quien concluye: "el tiempo es muy puñetero".

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