dimarts, 21 d’agost del 2018

LA FIESTA DEL CORDERO

Hoy celebran los musulmanes la llamada Fiesta del Cordero. En la persiana de la carnicería "Alhambra", un trozo de papel anuncia que hasta las cinco de la tarde no se abrirá el negocio, por lo que sus propietarios piden disculpas. Mis amigos Mourad, Issa y Mohammed han salido en sendos coches junto con sus familias al completo rumbo a la mezquita. Nos hemos saludado con afecto y he recibido como un regalo sus sonrisas de felicidad por el día que esperan disfrutar. No importa que yo no sea creyente de ninguna religión porque soy un enamorado de la libertad ajena y respeto hasta sus últimas consecuencias el pensamiento de mis semejantes, por más errático que lo considere -como probablemente suceda al contrario. Hace unos días, uno de mis amigos me decía que la fiesta ya no es lo que era, que las gentes ya no se reúnen mayoritariamente a comer, sino que un número importante de "paisanos" toma la parte de carne que le corresponde y se va a su casa. Se trata del mismo mal que aqueja a las demás culturas y a los practicantes de otras religiones: los hombres en sociedad son como espermatozoides, corredores solitarios en pos de la meta o la muerte. No hay diferencias cualitativas entre los miembros de la especie humana; solo las superficialidades nos distinguen, y eso en lo tocante a los colores con que aderezaremos banderas y señalaremos sobre el papel el ámbito de nuestras obediencias. Hoy puede ser un buen día para la lectura de "Temor y temblor", de Kierkegaard. Hoy puede ser un buen día para interpretar todos los papeles de la obra, para ver de cerca la tragedia que nunca llega y el drama que no cesa de acercarse a ella. Mientras tanto, compartamos el cordero y la alegría: no supone ningún sacrificio añadido.

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