dimarts, 21 d’agost del 2018

LA DISTANTE PROXIMIDAD

Acabo de cruzarme en la calle con un político del pueblo que no ha mucho era parlamentario. El hombre, de aspecto valleinclanesco, debía de ir ensimismado, pues, a pesar de que casi nos hemos rozado, ni se ha inmutado. Aunque llevaba gafas de sol -por llamarlas al modo clásico, ya que ahora no se usan para defenderse de los rayos del astro-, podía reconocerme sin problemas, dado que me toco con un feísimo sombrero cada vez que salgo a la calle, y desde luego cuando voy semanalmente al negocio familiar que regenta su mujer, y donde él suele cumplir un rato, si bien dormitando. El hombre puede reconocerme incluso por la espalda, como quiere el mal chiste que le pasara a Quevedo. Sin embargo, con la cabeza ligeramente inclinada, el político avanzaba por la acera sin apartarse un ápice de la línea recta imaginaria que le llevaba a su exilio interior tanto como disuadía a los demás viandantes de importunarle con cualquier excusa. En los últimas semanas, he podido comprobar cómo hasta tres políticos de muy diferente perfil ideológico se apartaban de los ciudadanos como quien huye de la peste. Se trataba de sendos ejemplos de representantes políticos locales que ya habían gustado las mieles de la política en circunscripciones más amplias. Lo más llamativo, sin embargo, es que los tres han abrazado el corporativismo como nunca lo habían hecho mientras representaban el paripé de sus discusiones contradictorias. En común también tienen que el anticapitalismo, el socialismo y el neoliberalismo que dicen defender sus respectivos partidos, a la hora de la verdad se parecen los unos a los otros como hermanos gemelos. Creo que a estos vividores de la política ahora les llaman, como a los alimentos, "de proximidad". Por cierto, alguien me ha soplado al oído que los tres esforzados partidarios... de lo suyo han coincidido, oh casualidad, en un crucero por las muy frías aguas de los mares del Norte.

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