divendres, 3 d’agost del 2018

LAS CAMISAS

Pepe "el de las cabras" se presentó en mi casa casi a medianoche del 23 de febrero de 1981. Pese a las horas, cubría el tronco únicamente con la camisa de Falange que estrenó el 18 de julio de 1936. Mis padres le abrieron la puerta al "camisa nueva", pero no le invitaron a pasar, pese a lo cual él se introdujo en la vivienda. Ya en el comedor, sacó de la parte trasera de su pantalón una pistola que no supe entonces ni sé hoy identificar. "¿Pepe, eso para qué es?", le preguntó mi padre. "Pa' cargarme al que haga farta, Ozé", repuso con voz algo tomada. "¡Por España!", gritó mientras levantaba el brazo al modo fascista y los efluvios del alcohol tomaban la estancia. Cerca de mi domicilio, la sede de Falange llevaba dando muestras sonoras de actividad desde que Tejero entrara en el Congreso de los Diputados. "Pepe, es muy tarde, y María estará preocupada por ti: estás lejos de tu casa", le dijo mi madre. "Lo único que importa es la patria", nos dejó en los oídos antes de verlo desaparecer como había venido, aunque cualquiera que no lo conociera hubiera afirmado que era un "camisa vieja". No hizo falta decirle adiós. Nos miramos todos. "La radio, Jorge, a ver qué dice la radio de los trasnochadores", solicitó mi padre. A Pepe "el de las cabras" no lo vimos nunca más. La sede de Falange desapareció. Hoy me acuerdo de él y pienso en su pistola: ¿quién la habrá heredado?

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